El ámbito arrantzale (pescador) del litoral vasco es una subárea cultural diferenciada, con estilos de vida específicos con respecto tanto al ámbito rural como al urbano. La especificidad de las comunidades arrantzales, tanto en su vida cotidiana como en el excepcional tiempo festivo, pone de manifiesto los vínculos y solidaridades derivadas de la estrecha interacción resultante de su actividad en un medio específico —el mar— y con ritmos de trabajo propios. Pero también de ciertos rasgos subculturales distintivos y de las relaciones de vecindad derivadas de compartir un mismo territorio cuasi privativo: el barrio o zona de pescadores.
En el ámbito pesquero, el inicio de cada costera desempeña el papel de umbral entre diferentes fases del ciclo productivo. La flota de superficie ha venido realizando tres campañas o costeras al año. La de la anchoa, de marzo a junio (Carnavales a San Pedro); la del bonito, de julio a octubre; la invernal o del bonito, desde San Martin hasta finales de febrero. El ritual festivo interrumpe la sucesión lineal de los trabajos y de los días, ubicándose en momentos de transición del ciclo productivo anual. Las festividades de noviembre —San Martín, Santa Catalina o San Andrés— en el ámbito arrantzale ritualizan el inicio de la costera invernal y el establecimiento de nuevos vínculos contractuales de enrolamiento, asociándose indisolublemente a las faenas pesqueras. Ritual festivo y relaciones contractuales se sujetan a la regulación de una misma normativa consuetudinaria. Tales fiestas marcan un hito en las actividades de cofradías y tripulaciones (Homobono,1 986-87: 308-316).
Las funciones principales de las cofradías de pescadores, al igual que las de otros colectivos de carácter gremial, son regular la actividad laboral específica de sus asociados, es decir las faenas pesqueras. A este fin primordial, así como al socorro mutuo de sus cofrades, consagrarán estas hermandades marítimas la mayor parte de los artículos de sus ordenanzas. Sin embargo, y a diferencia de las cofradías aldeanas, gremiales o artesanales y de la generalidad de las piadosas, en estas de pescadores no existían necesariamente ocasiones ritualizadas de comensalismo.
También a diferencia de la cofradía rural o gremial, que refrenda estrechas relaciones de vecindad y/o sociabilidad de colectivos reducidos, la amplia cofradía de pescadores es una institución más formalizada. Son los grupos primarios los que recaban la identificación del pescador, aquellos cuya estrecha interacción suscita un fuerte sentimiento del nosotros, siendo la tripulación el más característico de entre ellos.
Además de la afinidad de intereses económicos, las raíces de la solidaridad entre los compañeros de embarcación se encuentran en la convivencia y participación en los afanes de una vida dura y peligrosa, reforzada por el cuasi extrañamiento de los pescadores del resto de la población. Ocasiones ritualizadas de comensalismo expresan y refueran esta identidad grupal. La lonja, txalupetxe, taberna o sidrería será el espacio convivencial
donde cada tripulación celebre un ágape tras cada partija o reparto semanal del producto de la pesca. Otros vínculos comensalísticos de las tripulaciones fueron las efemérides festivas del barco, del colectivo pescador o de toda la comunidad local. Los gastos de estas festividades se deducen del monte-malorra (monte mayor) o importe total de las capturas semanales. La comensalidad ritual expresa la identidad colectiva de los pescadores, pero fragmentados en múltiples subgrupos que recaban la elemental identificación de sus integrantes.
Con la modernización técnica y social se acentuó la división del trabajo entre los tripulantes, decayendo estas prácticas de sociabilidad intragrupal. Ámbitos culturales, sociabilidad y grupo doméstico…
Será el grupo amical o cuadrilla, agrupación voluntaria e informal, el que sustituya a la tripulación, en tanto que agregado elemental característico de los pescadores. Más adelante, las expresiones asociativas basadas en los vínculos amicales se concretaran en la promoción de sociedades gastronómicas, estructuradas en torno a prácticas comensalísticas. El hecho de que a algunas de tales asociaciones se agreguen quienes no pertenecen al colectivo de referencia, no implica la pérdida de los rasgos definitorios de la comensalidad arrantzale, ya que las asociaciones conservan su referente originario, tanto a nivel simbólico como práctico (Homobono, 1986-87: 3 16-322).
La extensión de esta comensalidad festiva invernal al conjunto de la población de las comunidades locales del ámbito pesquero, implica su inserción en una estrategia de reafirmación de la identidad local a partir del referente grupal originario arrantzale. El ritual festivo comensalistico es un ejercicio de memoria colectiva, de reproducción de identidades locales propias del ámbito, paradójicamente cuando en éste las actividades vinculadas a la mar van perdiendo su carácter de exclusividad (Homobono, 1986-87: 384-385).
José Ignacio Homobono, Ámbitos culturales, sociabilidad y grupo doméstico en el País Vasco, Universidad del País vasco – E.H.U., 1991